Las lágrimas que he derramado en los últimos tres días han sido de felicidad. Y sí, cuando te pienso también lloro, pero no por lomismo. Es ahí cuando me parece injusto, cuando me duele un chingo todo, cuando digo que no vale la pena llorar, que no me lo merezco y que no puedo pasar por víctima de nadie. Soy responsable de lo que obtengo, de mis resultados. Explícame entonces, ¿por qué no querría ser responsable de un resultado maravilloso para mi vida?
No es justo pedir tu apoyo para obtener ese resultado y seguir esperando por él. No es justo no poder vivir el momento ahora. No es justo que mis lágrimas de felicidad no sean por tí. Simplemente no es justo. Tú, que siempre dices eso, dime, ¿te parece justo?
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