26.6.20

Resignificar el descanso

Era el 2011. Tenía 18 años y estaba en un proceso de reconocimiento, en un viaje interior. Uno costoso, uno que ahora es supremamente estigmatizado y criticado. Un viaje personal.

En ese viaje personal (o este, que continua) conocí a una chica que me gustaba mucho pero que entre coqueteo y coqueteo nos dabamos la oportunidad de hablar de cosas profundas, sobre la vida, nuestras vidas, la universidad, ser gays... Ella en algún punto notó lo ansiosa que vivía yo. Notó que incluso, en medio de un paro académico, en donde nuestras clases estaban paradas, no habían proyectos, ni trabajos que entregar, yo estaba en constante alerta.

Un día ella me dijo que me relajara y descansara, a lo cual yo le dije No. Ella en su total preocupación me preguntó: ¿y por qué no? Han pasado nueve años desde entonces y ese momento aún vive clavado en mí porque hasta el día de hoy no sé responder a esa pregunta. Sé que ese día titubeé, dí una respuesta incompleta, confusa, estúpida. Ella sugirió que me desconectara, que apagara el celular, que fuera a mi lugar favorito en la ciudad y me quedara allí, en silencio conmigo misma. Su sugerencia me dio pánico, me pareció horrible y peor aún, me pareció imposible.

Nueve años y varias sesiones de terapia me han demostrado que no sé descansar. Y sigo reviviendo ese momento en el que aquella chica me preguntó por qué no podía relajarme. ¿Por qué dije que no hace 9 años cuando no tenía ninguna responsabilidad seria, cuando aún no pagaba arriendo, no pagaba por mi alimento, cuando aún vivía con mis padres? ¿Por qué dije no cuando no trabajaba y no debía responderle a ningún jefe? ¿Por qué le dije que no incluso cuando nuestra universidad estaba en paro, no habían clases, no habían tareas?

La respuesta fue un simple y contundente no, que salió desde el fondo de mi ser. Irónicamente ahora mi tarea ha sido viajar hacia mi interior nuevamente y encontrar el por qué de ese No. Un viaje que inicialmente me devolvió a un estado de alerta para estar pendiente de mis recaidas, para estar pendiente de que la depresión no volviera y golpeara tan fuerte, para tener el control. Pero la pregunta vuelve... hey, ¿y por qué no simplemente descansas?

He decidido que me entrego al descanso y no al hacer para encontrar la respuesta. ¿Qué pasa si descanso y dejo la ansiedad por hacer cosas? ¿Qué pasa si sólo soy?

Vamos a ver cómo me va.