23.8.17

Un correo de hace nueve meses.

Tal vez estos conejitos no queden bien redactados. Me gusta más el teclado del computador que el del celular pero qué se le va a hacer. Ya es "mañana" y siento que si no lo escribo ahora, después se van corriendo los conejitos y se vuelven a esconder como hicieron hasta hoy. Digo, ayer.

Te amo, y aunque el opuesto al amor es miedo, sé que tengo miedo. Siempre lo he tenido. Y en algún momento podré vivir en paz con él. Ese no es el punto. Te amo y tengo miedo.

Sí, es cierto que acabo de salir de una larga relación. De una muy dura, muy intensa y que demandó de mí más de lo que pensé, estaría dispuesta a dar. Di más de mi, o mejor dicho, di lo que no soy yo y me perdí, demasiado.

Ahora , después de estas semanas de soltería auto impuesta, sé que perderme no fue lo peor. Ni siquiera lo mejor. Simplemente fue y le doy gracias a la vida porque así es. Me perdí, y persiguiendo al conejo me puedo encontrar con tantas versiones de mi como son posibles.

Lo que pasa es que eso, Sr. Ariza, Manuel, eso me da miedo. Le tengo miedo a esas versiones mías. Al otro lado, a lo que me pueda encontrar. Y sé que no soy la primera ni la última en sentir este miedo. Pero y qué? No me importa nadie más en este momento.

Y hablando de ese miedo, lo siento muy intenso contigo. Me demandas mucho, y no está mal. Me demandas mucho y no lo odio. ¡Me encanta! Creo que no es demandar... Es exigir. Estar contigo es un reto. Y soy una cobarde para los retos. No tienes idea.

Pero después de tanto tiempo, huyéndole a los retos, me he desgastado, una y otra vez. ¿Por qué? Porque claramente eso es lo que vine a aprender en esta vida, o no se presentarían tantos retos en mi vida. Pasaría otra cosa... pero no pasa. Eso es lo que hay, lo que es.

Tengo miedo a la vida que se me presenta frente a mi cuando te veo en ella. Cuando te siento. Siento que todo cambia y que nada puede ser común -normal- contigo. Como no lo fue conocerte, enamorarme y entregarme en cuerpo y alma a todo esto que ha pasado entre los dos. Ese, Sr. Ariza, es mi conejito de hoy.

Sé que no me has dicho nada, sé que no me has presionado, no lo siento así. Contigo todo fluye, enormemente. Y eso asusta, da miedo ver cómo fluye as it was meant to be.

Pero sé que para que siga fluyendo todo, yo también debo fluir. Y mi reacción en la vida ha sido la de resistirme. Aunque sé que nos parecemos en esto de adaptarnos fácilmente al cambio, aunque sé que sería fácil para mí adaptarme a lo que la vida me traiga, no dejo de sentir miedo... Qué mamera, si alguien hiciera un análisis textual de esto, marcaría la palabra "miedo" como la más usada. Eeeeeeen fin.

Mi conejito viene con algo más y es que este miedo que siento viene con la certeza de que contigo debo dar un salto muy grande. Llegaste a mi vida por algo, y aún estoy por descubrirlo. Y tal vez tú también conmigo, no lo sabemos. (¿No lo sientes así?, yo creo que sí, en eso sí pienso que te siento mucho).

Mi conejito viene con la certeza (y el puto miedo) de saber que viene un salto muy grande y que, esta vez, estoy dispuesta a dar. Quiero dar ese salto. 

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