Para hoy, o ayer, qué importa, andan acá mirando cómo ha sido la cosa en el país un año después de la primera vuelta presidencial, realizada el 30 de mayo de 2O1O.
A mí ese día me sabe a besos.
A besos robados, supremamente buscados. A besos de ilusión.
Me parece mentira que ya hayan pasado 365 días desde ese domingo en el que quedé totalmente expuesta, en donde, una vez más, frente a ella me quité mi máscara, la de todos los días, para decirle frente a frente todo eso que quería decir. Estar frente a frente para escuchar todo eso que quería escuchar.
Hace un año... uff, hace un año. Es una mentira, o bien fue un año de más de 365 días o esos 365 días tuvieron 30 horas cada uno. Voto por la segunda opción, porque cada noche, después del 30 de mayo fue más larga. Asquerosamente más larga... o más oscura. No sé qué fue peor. Aún me parece mentira como todo un evento puede transformarte. Pudo transformarme. Como pude caer en un hueco (contigo, sin tí, nunca supe), creer que no tocaría fondo, tocarlo y finalmente bum, otra vez un poco de luz para mí.
¿Y por qué mencionar las elecciones del año pasado? Ah bueno, es que sin ellas, lo más seguro es que ella y yo no nos hubiesemos visto. Y qué mal, Santos ganó y vos me jodiste esa pedazo de mi vida. Y hoy, como con un poco de odio hacia mí miro atrás... caprichos, caprichos (y mi pinche memoria). Me odio un poco por ser tan tonta, pero no sería yo hoy por ese ayer y, debo decirlo, si eso tuve que vivir para aprender y estar aquí escribiendo en el blog y no haciendo el trabajo que tengo que hacer, bueno... aprendí, y por eso no me odio del todo.
Pero algo me falta para dejar de hablar de odio, y eso, es lo que me tiene aquí escribiendo. Ojalá haya quedado escrito entre líneas, ojalá se haya colado en algún verbo, en alguna preposición o un adjetivo. Que no me pasen otros 365 días para aprenderlo, por favor.
"si eso tuve que vivir para aprender y estar aquí escribiendo en el blog y no haciendo el trabajo que tengo que hacer, bueno... aprendí"
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