En la última semana de colegio, mi compañero Donal, padre de dos hijos adolescentes (y de quienes he sido profesora directamente), me contó que graba ciertas conversaciones que tiene con ellos. Mi cara de WTF lo dijo todo, supongo, porque inmediatamente me dijo: "why not? We will never be the same people. This is history."
Y sí. No sólo me pareció curioso que lo justificara con su título en Historia, sino que viera la cotidianidad de su vida como padre como parte de la historia, que vale la pena registrar. Una semana después, mi esposo y yo empezamos a ver el documental Turning Point: The Vietnam War, y contaban que fue Kennedy el primer presidente que empezó a grabar las conversaciones que se tenían en La Casa Blanca, y que justo son esos los registros que tenemos ahora históricos de lo que se dijo, de las decisiones que se tomaron para ese conflicto. ¿Qué sería de esta mirada al pasado si no tuviéramos esas grabaciones? ¿si no supiéramos de la propia voz del mismísimo Kennedy lo que se decidió en aquellos años? Ahí entendí con mayor claridad por qué mi colega (y ahora amigo) Donal, historiador, graba las conversaciones con sus hijos.
Me hizo pensar en lo mucho que ahora valoro la historia, porque ahora me convertí en profesora de Humanidades full time y hago de todo (Geography, History, Economics) y la historia empezó a calarse muy fuerte. Tal vez desde que salí del país y entendí la otra perspectiva desde este lado. Todo esto también me hizo pensar en qué he hecho yo para registrar la historia de mi vida... y aquí nos encontramos - Mi blog.
Es increíble cómo este espacio se ha vuelto un espacio de registro histórico de la vida de La Lyds, desde sus 18 años. Ahora tengo 32. Y claro, no es un registro muy puntual, si soy honesta. Faltan DEMASIADOS detalles en cada uno de los posts. ¿Qué cómo lo sé? Porque llevo varias semanas leyéndome a mi misma. Como ejercicio académico. Nah, no es cierto. Como ejercicio terapéutico. Para reconocerme, para entenderme, para recordarme. Faltan muchos detalles tal vez por la naturaleza de este lugar (el hecho de que otros lean estos pensamientos), pero lo interesante de todo eso es que volver a leerme me recuerda que hay detrás. Seguramente alguien más tratando de leer no entendería lo que se dejó de decir (me moriría yo con esos detalles y se perderían para la historia), pero como ejercicio al menos sé yo lo que estaba pasando y eso es suficiente.
Tal vez ese sea el punto. Que cuando tú vuelvas a los registros históricos de tu vida, tú puedas armar el rompecabezas, como historiador. Qué fácil sería que todos los detalles fueran entregados en una pieza, no? Pero la realidad es que no, nunca un artefacto cuenta toda la historia. Le toca al historiador investigar, unirlo con otras piezas, otros artefactos, escuchar otras voces y así construir el gran rompecabezas de lo que ha descubierto. Justo así siento que este ejercicio de leerme ha sido en los últimos días y estoy tan agradecida por haberme escrito por 14 años, porque puedo seguir armándome.
No he sido constante con mi escritura. Está claro que desde que viví sola y empezó la vida de adulta dejé de visitar este espacio. Sin embargo algo que siguió muy presente fue el escribir en papel. Y desde hace un buen tiempo, cuando quiero, cuando lo siento necesario, escribo en una libreta. En la foto pueden ver las últimas que he usado desde el 2020. A veces es un journal, a veces es un diario, a veces es una idea random. No importa, lo que importa es escribir. Y en estos días con este ejercicio de recordarme y armarme de nuevo con estas palabras, recordé que este ejercicio de escribir viene desde los 10 años, cuando compré una libreta azul escarchada solo porque era muy bonita. Allí empecé a escribir cosas bonitas, cosas que me hicieran el día, hasta que luego empecé a escribir lo que no era tan bonito, lo que me hacía llorar.
Debe haber algo en la naturaleza del historiador, una necesidad intrínseca de recordar, de encontrar respuestas en el pasado para entenderlo, o para dejar que el pasado explique un poco el presente. Tal vez una necesidad por no dejar morir la memoria. O entender perfectamente que la memoria engaña y que no se puede confiar 100 por ciento en ella. Hay que registrar, hay que guardar, hay que fotografiar. Debe quedar registrado porque así tiene valor después.
No lo sé. Sea lo que sea, aquí estoy, casi 3 años después de mi última publicación porque quiero volver a escribir, porque me gusta mucho este espacio y porque quiero un registro. La historiadora en mí lo necesita.
Gracias por leer.


welcome back.
ReplyDeleteAcabo de toparme con tu blog, me hace pensar en las cosas que escribo de vez en cuando en mi diario y que pensaría la gente si leyera lo que verdaderamente pienso. Pero también me da miedo que nadie las lea, porque el día que muera nunca nadie sabrá que pensaba y sentía, o que tan siquiera yo existía.
ReplyDelete