12.5.15

Petit à petit...

El mejor regalo de cumpleaños que pude darme en marzo fue el divorciarme de mi depresión. No fue fácil, y algunos días tuve fuertes recaídas, lloré un montón y me sentí horrible. Otros días volví a nacer y reconocí que cada amanecer es simplemente una nueva oportunidad.


Lo hice público, como si eso bastara para comprometerme con algo que necesitaba con urgencia. Y sirvió, no sólo porque muchas veces no me creo lo que la gente puede decirme, el ejercicio sirvió para aceptarlo. Soy tantas versiones, soy lo peor y soy lo mejor. Sin embargo, ya me estaba cansando de escuchar aquella voz que sólo hablaba de lo peor.

Ahora dos meses después siento una gran diferencia, y respiro en paz. Decía uno de los artículos que leí que me hizo llorar tanto: "The energy I spent panicking that I was sad could have been better spent on coping with sadness." No podía llorar sobre la leche derramada, sé que pasó mucho tiempo donde odié tanta tristeza a mi alrededor, pero al menos aprendí a leerlo, a entenderlo y a darle la bienvenida. ¿Por qué sólo invitar a la alegría a pasar por la puerta principal?, ¿por qué esperar a que la tristeza llame tanto la atención por entrar que rompe tus ventanas, daña las chapas de tus puertas y ensucia todas tus paredes? 



Recuerdo que iba a renunciar a mi carrera y no quería terminar la monografía. Ayer, fuí aprobada para sustentarla y debo hacerle pocas modificaciones (aunque todavía me dé flojera escribir en inglés académico), y son tan pocas que todavía no puedo creer que lo haya logrado. Y claro, la frase que me acompañó estos meses: "poco a poco el pájaro hace su nido".

Todavía siento tanto miedo pasear por todo mi cuerpo. Pero lo vivo en paz, lo dejo ser. Vamos a ver que trae la vida, petit à petit.