8.10.14

Tabby, desde lo más profundo de mi alma.


Me dueles desde lo más profundo de mi alma. Porque no es justo que te hayas ido así, como te fuiste. Porque me siento culpable, porque me siento estúpida, porque simplemente me duele no haber estado ahí para haberlo evitado.

Y sé que no llevábamos años juntas, porque tú apenas ni alcanzaste a cumplir tu año (como me moría por celebrarte tu primer año, y celebrarte que ibas a ser una quinceañera en años gatunos)… pero desde que te recibí en mi hogar, desde antes de que nacieras siquiera ya te quería como un dueño puede querer a su mascota más adorada. Me acompañaste desde el primer mes que lloré como una idiota por culpa de otra depresión, y me sanaste como sólo los gatos pueden hacerlo. Aprendiste a dormir conmigo rápido y a amarme igual, porque así lo sentí. Aprendí a entender tus maullidos y darte lo que querías. Y aprendí, nuevamente a arruncharme junto a tus ronroneos. Tan únicos ellos… esta madrugada no pude dormir porque ya no te escuché, y me dueles en el alma, Tabby.  Me dueles porque no debías irte así, nooo.

Ojalá la vida pueda perdonarme, porque me siento supremamente culpable por tu partida. Ojalá el universo sepa lo eternamente agradecida que estoy por ese regalo de amor que me dio en forma de gata gris y manchita amarilla en la punta de la cola.

Llevo años tratando de superar la partida de mi otra gata, ojalá pueda superar tu muerte pronto, porque no resisto tanto dolor. Como quisiera que vinieras a secarme las lágrimas, y a ronronearme que todo estará bien. 

Ojalá pudiera llevarte en mi maleta nuevamente y pasear contigo en bicicleta.