28.9.11

Cosas que me hacen el día: (6)

Borrar de mi lista de pendientes la exposición de fotografía de Ruven Afanador y
que una obra artística me llegue tan en el alma.


Sí, borrar cosas de mi lista me hace el día.

19.9.11

Cosas que me hacen el día: (5)

  1. Llorar de felicidad.
  2. Amar.
  3. Que me regalen abrazos y palabras hermosas.
  4. Recordarla a kilómetros de distancia y sentirla igual de cerca siempre.
  5. Meditar de verdad y respirar mejor.
  6. Que me digan Campanita. (Esto va para confieso que, jajaja)
  7. Salirme del clóset imaginario que a veces cargo conmigo.
  8. Ser sincera y, de una vez por todas, decir esas cosas que me había guardado por cobarde.
  9. Escuchar las canciones que me han dedicado en el último mes.
  10. Esto:  

14.9.11

Tú viviste, él vivió, yo vivo.

Hoy en el bus camino a la universidad pensaba en lo mucho que deseaba estar durmiendo y en lo poco que quería leer. También pensaba en que hoy, miércoles, hace un año pasó algo importante en mi vida y que por más que quisiera no puedo ignorarlo. Pensé en una de mis preguntas existenciales ¿Por qué me acuerdo de unas cosas y de otras no?  Hoy me dí una respuesta que me gustó: Porque recordar es vivir. Bueno, eso dice la frase, yo la modificó a: Recordar que viví. Porque soy una nostálgica, enamoradiza, apasionada y no sé que otras tontadas y me gusta recordar muchas cosas que me marcan. Bueno, y es que si no generaran un impacto en mí las experiencias, ¿para qué las recordaría?

En fin. Sólo sé que ya no importa qué recuerdo y qué no. Yo quiero vivir en este momento y no en recuerdos, momentos que no son de ahora, que ya pasaron.

Y, como dijo Roberto Burgos por ahí:
 "Quisiera recordar pero quien repite un recuerdo lo envenena de costumbre"

11.9.11

Con ache.

En el año 2OO6, cuando estaba en noveno, tenía clase de danzas los martes de 8:30 a 10:00 am. (Sí, soy una freak) En fin, que de las horas de esa clase, mi queridísima maestra sacaba unos treinta minutos para sermonearme a mí, y solamente a mí para "enseñarme" lo que es la Humildad.

Fueron martes y martes seguidos en donde ya todas mis compañeras estaban acostumbradas a que yo recibiera tan jugosa clase de humildad. Nunca aprendí. Ni pinche idea que era lo que esa señora me quería decir. Si yo me movía a la derecha y hacía el paso mal me decía que fuera humilde. Si hacía los giros bien, me decía que fuera humilde. Incluso algún día estando en el patio del colegio me sermoneó frente a todas las niñas que salían a descanso. Ese día no hubo nadie más humilde en el colegio que ella, y estoy segura que así lo creyó.

Es una lastima que desde entonces una maestra quisiera enseñarme tan valiosa lección, y sólo hasta ahora me vengo a enterar qué es: Ser humilde, aceptar que no tienes la razón (y Jebús quiera que nunca la tenga), aceptar que no todas te las sabes y que aún hay un chingo de cosas por aprender cada día. Lastimosamente mi profesora era muy incoherente y con su ejemplo de vida nunca iba yo a aprender. Y claro, era jodidamente fácil reconocer mi falta de humildad cuando la señora también la transpiraba. "El ladrón juzga por su condición", dicen por ahí.

Ojalá, después de tanto tiempo, mi profesora también haya aprendido su lección. Yo sí, y no la cambio por nada.

10.9.11

Quince días


"...A veces creo que mi subconsciente está enterrando algo terrible en mi cabeza y la única manera de mantenerlo ahí, es callándome. Y la verdad, hoy quiero hablar. Y no, no sé de qué, pero quiero, quiero gritar cosas que ni siquiera siento, pero las quiero gritar. Quiero llorar por dolores que no son míos. Quiero soñar con sueños que no me pertenecen. Hoy quiero buscarme fuera de mí, así no sepa si ya me he encontrado.
Bogotá me está asustando en ese momento, ya han pasado varios helicópteros (o bueno, tal vez el mismo) y a la par, suena una sirena de ambulancia. Y me da miedo. Me siento perseguida, me siento herida. Pero yo no he hecho nada, y no estoy en una ambulancia moribunda.
Hoy definitivamente ando en busca de sentimientos que no son mios. A lo mejor es porque yo no siento lo que se supone debería sentir. Ya no siento"

Le escribí esto en alguno de esos e-mails diarios de los quince días de rehabilitación. Pasar de un TE AMO, a un TENGO MIEDO, del te quiero a, entre líneas, decirle que no vuelvas a mi vida. Que viviera, pero no junto a mí. Dije que te quería drenar de mi sistema, y ahí te tengo, muy afuera de mí y muy adentro, sólo puedo recordar sonriendo. No fueron dos años de mi vida vividos en vano. Gracias. Y por cierto, me quedo con mis sentimientos.