18.12.15

Es justo y putamente necesario.

Cuando decidí abrirle mi corazón a Sexy y ella decidió decirme barrabosadas por teléfono y en el aeropuerto de Bogotá, recuerdo que ya iba preparada a decirle adiós. Creo que ver a mi mamá sufrir inútilmente por mi papá me enseñó que no hay nada más patético que saber que las cosas no van a cambiar y aún así mantenerse ahí, para darle fuerza al rencor y la amargura.

No, yo no quería que Sexy jugara conmigo y me dijera cuantas cosas quisiera. Sabía desde entonces que yo no quería una relación basada en eso, mucho menos en el miedo porque god, sentía mucho miedo de Sexy. En fin, cuando aguanté sentirme humillada allá le entregué un papelito que decía estas líneas de una canción: "And then there's that saying that if you love something you have got to set it free..." y algo así como que la acompañaba a tomar el avión con la confianza de que también volaría junto con el amor que le tenía (y miedo) y que no quería volver a verla, ni volver a hablarle en su regreso a Bogotá. Ese era mi adiós definitivo. Claramente no le escribí el resto de la canción de The Jealous Girlfriends que va así:

"... but if it comes back then you are just
you're as broke as can be"

Por supueeesto que para aquella época creí la última parte y me volví mierda a su regreso. Pero ese no es el punto. El punto es que desde aquel día entendí que, si realmente amas algo, debes dejarlo ser libre. A Sexy no la dejé ser libre, porque todo lo que pensé que sentía por ella era amor, y pues no. Cada vez que veo ese tipo de frases no dejo de pensar en ella y en lo mucho que aprendí sobre lo que es el Amor, el Miedo y el Apego. Por lo menos mi experiencia personal de ello.

Este año también lo aprendí, y no fue fácil pero sí muy satisfactorio. Valieron todas las lágrimas a pesar de que venían de un lugar en donde me sentí la víctima, pobrecita yo. Este año lo estoy aprendiendo con mi novio, con el que ya cumplo tres años y medio de noviazgo. Este año cuando sentí que el mundo se me venía abajo con tesis y novio interesado en otra, entendí que estaba en un lugar que se podría llamar todo menos Amor. Y creo que sentir que no estás amando a la persona que crees amar, pues sí, duele, te desubica. Sobretodo por aquellas creencias con las que hemos (he) crecido, "si duele, es Amor puro, es porque de verdad l@ quieres" como si fuera No pain, no gain o alguna mierda así. 

Y nuevamente llegué a ese lugar donde no lo entiendo realmente, sólo lo siento real. Siento lo que es amarlo desde este lugar de libertad, donde no soy su propiedad y él no es mío. Porque sí, fue una lección de parte y parte. No fue fácil para él verme partir hacia la Maga, no fue fácil sentir ese miedo, pero gracias a esa experiencia aprendimos a vivir en esa libertad. Y sé que no se trata de hablar con tu pareja y decirle: "HEY, VIVAMOS UNA RELACIÓN ABIERTA, NO EXCLUSIVA, SEAMOS POLIAMOROSOS, BLA, BLA, BLA". Se trata de mirar hacia adentro y revisar bajo qué creencias estamos viviendo nuestras relaciones (sí, todas, mamá, papá, hermanos, abuelos, novios, novias, mozos), qué nos limita a sentir que el amor que siento por X o Y persona no tiene absolutamente nada que ver con esa persona, sino que es mi experiencia personal que puedo vivir independientemente de la existencia o coexitencia del otro.

A veces creo que el problema es olvidar que somor Amor. Que no hay nada que yo no pueda experimentar del Amor si ese otro no está. ¡Pero claro que sí! Y ese nuevo sentir también me ha ayudado a soltar a la Maga. A amarla de verdad para dejarla ir, por fin. Es justo y putamente necesario. 

13.12.15

Volver a ser niña.

He querido escribir en mi blog desde hace mucho y no sabía cómo. Mi mente jugaba con organizar cada palabra, organizar cada idea, hacerla clara, lógica y concisa para que se entendiera el sentimiento.Tanto he pensando en escribir que ya se cumplen seis meses de no escribir en el blog, como si no tuviera ni mierda que escribir. O peor aún, como si no me hiciera falta.

Me hace mucha falta escribir, y sobretodo leer. Creo que por eso no escribo, porque ya no leo, porque ya no me inspiran las letras. Creo que me he dado cuenta que las palabras limitan. Claro, son poderosas, poderosísimas digo yo, pero limitan. Como cuando te enamoras pero decir "I'm in love" no es suficiente, ninguna de esas letras de verdad puede contener lo que se siente en la panza, en el corazón, en la saliva y el aire al respirar.

Lo último que escribí es que me iba a graduar, y que gracias a eso podía quemar algunos demonios que no creen que puedo hacer cosas, que puedo lograrlas. (Si no se entendió así, ni modos). Me tatué antes del grado, como celebrando ese triunfo, porque el diploma puede quemarse, pero en mi piel puede quedar esa gaviota que me recuerda que puedo SER. Simplemente eso. También tuve la maravillosa idea de drogarme ocho días antes de graduarme con LSD y puedo decir que tuve una experiencia muy genial. Pude ver como la vida es un juego, nada es tan importante como parece, el grado era un paso más de tantos que voy dando si se me antoja. Vi cómo podía perdonar a quienes creí que me habían hecho daño, cómo podía vivir sin miedo, cómo podía dejar de etiquetarme como mujer, profesora, hija, maestra, porque nada de eso me hace y porque me pude dar cuenta que no soy nada, y que en la nada lo puedo ser todo.

Tal vez no se entienda, tantos años he leído sobre esto que nunca lo entendí de verdad hasta que lo sentí. Mi mente siempre estuvo diciéndome cómo debía sentirse, pero nada como el sentimiento real. Entré a trabajar en un colegio reconocido, muy nice, con niños de 6 a 7 años que me dicen miss y les encanta perseguirme en el parque, porque obvio me encanta jugar con ellos, aunque ahora no corra tanto como antes porque como más y me estoy engordando. ¡Qué felicidad!

También hice un taller que reforzó todo lo que había aprendido en mi viaje con L, y aunque sienta que las palabras no pueden contener todo lo que siento, sé que puedo describirlo como plenitud, gratitud y abundancia. El mundo sigue girando, la gente se sigue matando, y eso no me puede importar menos porque la vida es un juego, es un puto juego y sólo se necesita volver a ser niño para disfrutarlo. ¿Qué no había dicho eso el señor Jebús? A veces nos hacemos los pendejos para entender las religiones... vea, y que por eso se matan, eh.

Creo que he aprendido a abrazar mis miedos, vivirlos, sentirlos y pasarlos. Incluso espero pronto superar ese puto miedo que tengo de que mi hermana se suicide en unos años. Hay tanta basura con la que he cargado, ¡y apenas tengo 22 años!, creo que no es justo ni con este cuerpo que tengo. Escribo porque a veces quiero darle forma a todo este mar de sentimientos. A los pensamientos los dejo pasar, porque a veces no me sirven para nada, sólo para crearme más problemas, como cuando voy en bici pensando que me van a atropellar y por andar tan inmersa en los pensamientos se me olvida frenar o chingadas como esas.

Eso me recuerda que debo arreglar mi bici pronto, como regalo de navidad para ella y para mí.
No sé si me lean, si a alguien le importe, finalmente creo que "uno" se vuelve blogger para stalkear a otro bloggers y para escribir lo que se nos antoje, nos lean o no. Sé que quiero escribir más, sé que me hace mucha falta leer poemas y creerme poeta barata. Llegará en cualquier momento. Si se les atraviesa un libro de navidad como regalo, Lyds no se enojará.

Bye.


12.5.15

Petit à petit...

El mejor regalo de cumpleaños que pude darme en marzo fue el divorciarme de mi depresión. No fue fácil, y algunos días tuve fuertes recaídas, lloré un montón y me sentí horrible. Otros días volví a nacer y reconocí que cada amanecer es simplemente una nueva oportunidad.


Lo hice público, como si eso bastara para comprometerme con algo que necesitaba con urgencia. Y sirvió, no sólo porque muchas veces no me creo lo que la gente puede decirme, el ejercicio sirvió para aceptarlo. Soy tantas versiones, soy lo peor y soy lo mejor. Sin embargo, ya me estaba cansando de escuchar aquella voz que sólo hablaba de lo peor.

Ahora dos meses después siento una gran diferencia, y respiro en paz. Decía uno de los artículos que leí que me hizo llorar tanto: "The energy I spent panicking that I was sad could have been better spent on coping with sadness." No podía llorar sobre la leche derramada, sé que pasó mucho tiempo donde odié tanta tristeza a mi alrededor, pero al menos aprendí a leerlo, a entenderlo y a darle la bienvenida. ¿Por qué sólo invitar a la alegría a pasar por la puerta principal?, ¿por qué esperar a que la tristeza llame tanto la atención por entrar que rompe tus ventanas, daña las chapas de tus puertas y ensucia todas tus paredes? 



Recuerdo que iba a renunciar a mi carrera y no quería terminar la monografía. Ayer, fuí aprobada para sustentarla y debo hacerle pocas modificaciones (aunque todavía me dé flojera escribir en inglés académico), y son tan pocas que todavía no puedo creer que lo haya logrado. Y claro, la frase que me acompañó estos meses: "poco a poco el pájaro hace su nido".

Todavía siento tanto miedo pasear por todo mi cuerpo. Pero lo vivo en paz, lo dejo ser. Vamos a ver que trae la vida, petit à petit.

26.2.15

Do something. Do anything.

Me he sentido deprimida. Y sí, ése es el adjetivo. Claro, muy triste... pero demasiado triste. Tan triste que no he sabido que hacer con mi tristeza. Tan frustrada que de onces como pan con frustración, y tan decepcionada de mí misma que me he empezado a odiar un poco.

Sí, todo eso ha pasado en este año tan maravilloso, donde apenas y se va a acabar el segundo mes. Sé que en algún otro punto de mi vida me habría matado, porque nada aparentemente tiene sentido para mí. Pero resulta que en algún momento de mi vida logré partirme en dos, en una yo que puede observar todo esto con amor y paciencia y esperar a que ese otro yo destructivo, odioso y triste pueda irse o matarse de una vez.

Sé que necesito una muerte metafórica, urgente, pronto. Pero también rápida. Siento que llevo muriendo desde enero y todavía no he muerto y vuelto a nacer. Necesito que sea rápida, y que esta vez, por entre todas las veces, sea definitiva. Quiero dejar morir esa parte de mí que quiere estar muerta, y empezar a vivir con esa parte de mí que quiere estar viva. 

Así de simple.

I wanna start doing something, doing anything.




16.1.15

No subestimar este post tan largo sería genial.

Era el año 2008. La Tonta era mi novia y recuerdo que ella siempre decía que yo la subestimaba. Nunca le entendí. Siempre le pregunté. No me decía por qué.

Lo que sí sé es que la palabra subestimar se quedó grabada en mi cabeza, porque no la entendía, de verdad que no. No podía entender cómo una persona puede sub-estimar a alguien. Eso no era posible para mí, aunque en la lengua existiera una palabra para describir dicha acción.

Y simplemente bastó ver qué discurso mental tenía sobre mí para aquella época (saliendo del colegio y esperando a entrar a la universidad) para reconocer que sí, la palabra existía por una razón y que, de todas las personas de mi vida, la persona que yo más subestimaba en este mundo claramente era yo misma. Por eso nunca le entendí a la Tonta, porque ella estaba en un nivel más alto de valor y estima para mí, que yo misma.

Me dolió mucho, muchísimo darme cuenta de eso porque la verdad, desde hacía muchos años atrás me había hecho una promesa silenciosa de nunca pensar sobre mi autoestima. No era fácil para mí asimilar que mi autoestima no era baja, sino nula. Y lo que me enloqueció más fue tratar de entender por qué era así, qué había pasado en mi vida, qué estaba pasando y porque yo no me valoraba ni siquiera un poquito.

De tanto que lo pensé empecé a ver las cosas más claras, y entendí por ejemplo, el porqué de mi dependencia emocional hacia mis amigas. Las necesitaba para que me dijeran lo que yo no era capaz de decirme a mí misma, y necesitaba tener a alguien externo que me dijera lo especial, lo chévere que yo era, porque eso no podía hacerlo yo misma. No era fácil mirarme al espejo y reconocer a la persona que tenía al frente como alguien que podría valer la pena. Por eso dependía de otros.

Entendí muchas cosas, dolorosas por cierto, pero me propuse a cambiar por mi bien, porque la gente va y viene, porque la gente un día te dice que eres lo mejor y no puede vivir sin ti, y next thing you know, lograron vivir sin ti porque encontraron a alguien mejor. Porque un día te decían lo maravillosa que eras y al siguiente te decían lo detestable y miserable que eras también.

Cuando entendí eso, volví a hacerme una promesa real, no silenciosa, de valorarme, no porque tuviera que hacerlo, porque qué mal se veía no tener autoestima, NO, lo hice porque lo necesitaba más que nada en el mundo. Porque me dolía no creermelas, no quererme, no valorarme. Y cuando te das cuenta que no estás valorando tu vida, o te matas o haces algo para cambiar las cosas. Yo me propuse honrar mi vida, matarme ya no era una opción.

Cada día es un nuevo día para aprender a valorarme, a quererme y honrar lo que soy y lo que hago. Por eso, créanme que me dolió entrar a trabajar este martes y darme cuenta que aún falta, que el camino es largo. Estaba en un auditorio lleno de físicos, químicos, biólogos, literarios berracos, estudiados, capaces de darlo todo, y yo, con mi disciplina también encima como ellos, con un plus porque estudié pedagogía, didáctica y demás, me sentí menos. Sentí que no debía estar ahí aún, que no era mi turno, que... miles de cosas. Llegó un punto en que no sabía si era alguien dentro de mi cabeza saboteándome la alegría de estar allí, de pertenecer a ese grupo, de honrar mis cinco años en la universidad, mi disciplina, mi carrera, mis sueños. Puta, me odié un poquito por pensar tantas cosas.

Mi hermano, otro de los físicos, estaba allí porque hace parte del grupo docente líder. Me dijo: "Se siente muy intimidante estar al frente de ellos [los físicos], hay mucha arrogancia y prepotencia porque ellos han hecho muchas cosas, y me cuesta no sentir eso, pero si estoy acá es por algo, ¿sí o no?" Cuando él me dijo eso no pude evitar pensar que tal vez, él sentía lo mismo que yo, que tal vez en algún punto se sintió subestimado también. Y tal vez, como ya lo escribí aquí, a los dos, esa falta de reconocimiento nos afectó en el autoestima. Y voilà, tal vez ni sea cierto y yo pienso mucho y me vuelvo una análitica supremamente jarta... pero tal vez sí, ¿por qué putas no, eh?

Al menos volví a atar otros dos nudos, y me doy cuenta que mi autoestima y reconocimiento definitivamente van de la mano. Y dioooooos, cómo los necesito. 

Ahora, tengo claro otro propósito para este 2015. 
   

5.1.15

Ayer fuimos al mercado de las pulgas.

Es una maravilla cuando empiezas a ver el valor que tienen las cosas, no importa incluso si aprendiste su valor cuando ya no las tuviste cerca. Yo, por ejemplo, aprendí a valorar mis fines de semana. 

Desde abril del 2014 empecé a trabajar en un lugar de retail sábados, domingos y festivos, sí, aquellos días de la semana dedicados a descansar fueron mis días de trabajo. Claro, al inicio fue difícil. Me dolían las piernas porque no estaba para nada acostumbrada a estar tanto tiempo de pie, y llegaba a casa los domingos cansadísima deseando dormir hasta el siguiente fin de semana. Pero nunca fue así. Tuve que aprender a equilibrar tanto tiempo libre entre semana, durante la universidad y su ajetreo. Tuve que aprender a dejar que el fin de semana pasara, a no estresarme tanto y a llegar los domingos a terminar trabajos para, claro, el lunes siguiente. (Me cuesta aún organizar b-i-e-n mi tiempo)

De todas formas pasó el primer semestre del año y el siguiente fue mucho más ligero, me divertí más en el trabajo aunque se volviera un poco una tortura por la llegada de nuevos jefes. En fin, ahora que tuve la oportunidad de renunciar para empezar a trabajar en mi verdadero campo laboral (soy profesora de inglés, yeah!) tuve mi primer fin de semana libre.

Sí, tuve mi primer fin de semana libre (l-i-b-r-e) en nueve meses, y tuve que disfrutarlo. Tenía muchas ganas de ir al mercado de las pulgas y ayer fuimos, no sin antes hacer un recorrido en la ciclovía por rutas que no conocía (shame on me) y conociendo un nuevo lugar de donuts en Bogotá, Krispy Kreme. Son deliciosas, caí en sus redes. 

En fin, ayer fuimos al mercado de las pulgas y hubo tantas cosas que nos recordaron nuestra infancia, demasiadas, incluso no esas tan obvias como awww mira a Mufasa! o algo así. Chico Calvin por ejemplo encontró un carrito del tamaño de un borrador con el que él recordó que jugaba cuando era pequeño, que podía desarmar, quitarle las rueditas (me lo mostró como tres veces de lo maravillado que estaba) y sin más, lo alegró mucho.

Después de esa visita le encuentro valor a mis fines de semana, pero también a mi adultez. Sé que mi infancia es una de mis mejores etapas de la vida, pero sé que niña no soy. No del todo. Soy grande, pienso un poco más que cuando era peque, y en definitiva a veces me cuesta imaginar que una escoba es un caballo para galopar. Aún así, me quiero dar el lujo de valorar mi adultez, esta étapa de libertad, donde no dependo de mis padres para salir segura a la calle, donde puedo elegir que la escoba sea más que un caballo, y tal vez se convierta en una nave interespacial YWZ7000, donde puedo permitirme soñar y aparte, cumplir mis sueños.

No quiero valorar mi adultez cuando ya se haya ido y sea muy tarde, porque sé que esa es mi historia con mi infancia. Yo también la valoré cuando ya no la tuve, por querer correr a ser grande. El 2015 empieza con mis mayores responsabilidades como adulta, y pienso disfrutar el recorrido. ¡Venga, 2015, voy a por ti!

(estoy viendo videos españoletes y coño que se me han quedado cosas, joder)