24.11.14

Necesito luz.

Se me fueron las palabras.

Sé que hay una luz dentro de mí, que brilla constantemente, aquella luz que me hace despertar con una sonrisa.

Sé que soy más que esta tristeza que  me embarga de un tiempo para acá y, no sé si fue la muerte de Tabby, como si ella se hubiese quebrado dentro de mí y también sangrara, o es que me perdí por un momento y no me encuentro.

Tal vez me quedé inmóvil a un lado del camino, no mucho, pero sí lo suficiente para perder las ganas, tal vez alguien que sí quería las robó, las tomó prestadas y yo sigo esperando recuperarlas.

Y sigo esperando, que algo me ilumine, me llene de vida. ¿Por qué me siento sin luz cuando yo soy una lucecita de crespos rojos?, ¿por qué espero llenarme de vida si soy vida en crecimiento?

Me hace falta algo que no es mío, o algo que decidí dejar a un lado y que no acepto.


Dios, no sé qué me pasa.

8.10.14

Tabby, desde lo más profundo de mi alma.


Me dueles desde lo más profundo de mi alma. Porque no es justo que te hayas ido así, como te fuiste. Porque me siento culpable, porque me siento estúpida, porque simplemente me duele no haber estado ahí para haberlo evitado.

Y sé que no llevábamos años juntas, porque tú apenas ni alcanzaste a cumplir tu año (como me moría por celebrarte tu primer año, y celebrarte que ibas a ser una quinceañera en años gatunos)… pero desde que te recibí en mi hogar, desde antes de que nacieras siquiera ya te quería como un dueño puede querer a su mascota más adorada. Me acompañaste desde el primer mes que lloré como una idiota por culpa de otra depresión, y me sanaste como sólo los gatos pueden hacerlo. Aprendiste a dormir conmigo rápido y a amarme igual, porque así lo sentí. Aprendí a entender tus maullidos y darte lo que querías. Y aprendí, nuevamente a arruncharme junto a tus ronroneos. Tan únicos ellos… esta madrugada no pude dormir porque ya no te escuché, y me dueles en el alma, Tabby.  Me dueles porque no debías irte así, nooo.

Ojalá la vida pueda perdonarme, porque me siento supremamente culpable por tu partida. Ojalá el universo sepa lo eternamente agradecida que estoy por ese regalo de amor que me dio en forma de gata gris y manchita amarilla en la punta de la cola.

Llevo años tratando de superar la partida de mi otra gata, ojalá pueda superar tu muerte pronto, porque no resisto tanto dolor. Como quisiera que vinieras a secarme las lágrimas, y a ronronearme que todo estará bien. 

Ojalá pudiera llevarte en mi maleta nuevamente y pasear contigo en bicicleta. 


22.9.14

A veces hace falta sentirme lesbiana.

Lesbiana era una palabra que me definía demasiado. Recuerdo que cuando tuve mi primera novia no quería que ella, ni por chiste, mencionara la palabra. Sin embargo, luego me fui acostumbrando a tal punto que no había otra cosa en mí que me hiciera sentir tan orgullosa como ser lesbiana.

Eso era yo, no sólo porque tuviera novia o exnovias y me gustaran mucho las mujeres. Lesbiana era un sello para mí, me definía por completo, me describía a la perfección, era mi personalidad, mi forma de vestir, de hablar, de ser y hacer. Me dí cuenta de todo esto cuando tuve mi primer novio. Yo soy de esas que entra a la universidad y tiene experiencias heterosexuales, al parecer. Un chiste a la inversa. El primer esposo de Phoebe o algo así. Para ese momento tuve que armar mis pedacitos de nuevo. No sólo porque un hombre sobre la faz de la tierra me gustaba, sino porque un mes antes una mujer me llevó del cielo al infierno. Estaba tratanto de recuperarme de tanta mierda, de tanto dolor... y aparte de todo tenía que ver qué pasaba conmigo que si era tan lesbiana, por qué carajos me iba a gustar ese hombre. Para entonces estaba en un pseudo tratamiento psicológico en la universidad, y el tema tuvo que salir porque la verdad no sabía cómo definirme aparte de Lesbiana. No recuerdo que la psicóloga me ayudara mucho en ese aspecto, pero sé que me dijo algo como que otras cosas pueden definirme, y que de hecho, no tenía porque andar definiéndome a cada nada, pues siempre iba a estar cambiando, o evolucionando (digo yo). 

No duró mucho el tratar de definirme, sabía que con él eramos novios, pero también sabía que me encantaba la Maga y que quería ser su novia, y ni más ni menos, la relación con el chico no duró lo suficiente como para derrumbarme la lesbiandad y poco tiempo después era, gloriosamente, la novia de la Maga. Ah, el amor. El amor, el amor en todas sus formas. Aunque no hubiese durado mucho con él, me conocí desde otro punto de vista y entendí un poquito que el amor era eso, darlo todo por alguien. Sin importar que tenía entre las piernas.

Eso también me llevó a pensar que podía ser muy bisexual y no saberlo. Pero aún así, con novia a bordo, ¿para qué pensar en eso? Lo único que me ocupaba era ser la mejor novia posible, y como unos diez meses después las cosas no estaban funcionando, resulté con otra chica. No, no chico. Así que, ¿para qué pensar en la bisexualidad?

Y es que de hecho tuve que parar de pensar en cualquier orientación sexual para definirme. Sobre eso ya escribí aquí. El punto es que lo hice, porque nada de eso podría decir quién era o quién soy. Tardé un buen rato en darme cuenta de eso, pero ahí estoy. Sin embargo, a veces me hace falta sentirme lesbiana. Me hace falta porque es mi lugar cómodo, porque la vida desde ese tipo de diversidad era entretenida, y aunque tiene sus clichés y sus estereotipos, era única. Ahora mi vida está en una pseudo heterosexualidad automatizada. Entiéndase heterosexualidad no desde la orientación (las mujeres no me dejan de gustar, y me derrito aún por la nena que trabaja conmigo) sino la heterosexualidad desde definirse en personalidad como tal. 

Ahora que tengo diferentes circulos sociales, en ninguno cabe una conversación gay, pero en muchos cabe la conversación de "cómo debemos" actuar las mujeres frente a los hombres, en como los hombres son "tooodos los mismos", y en qué métodos anticonceptivos son más efectivos. Me muero del aburrimiento. Hace poco que salí con Luna y su novia (espero que aún lo sea) y me sentí gay. Me sentí muy bien. Y la verdad desearía sentirme así con mis amigos y aún sostener la mano de mi actual novio. 

Me doy cuenta que esa definición compulsiva no es cuestión mía, sino también de los demás. Dejé de tener amigos y amigas gays, porque yo con novio encima pareciera que inmediatamente perdiera la membresía... o peor aún, como si ahora no entendiera de qué hablan, cómo se sienten, y qué tan bueno está un man que ellos se quieren comer. O esa nena que yo también quisiera comerme. 

Me hace falta sentirme lesbiana, aunque tenga novio. Pero parece que las cosas cambian y blablabla. 

16.9.14

Reconocimiento

Yo hablo hasta con los celadores, y no es que hable mucho, es una manera de decirlo, yo más bien escucho hasta a los celadores. En fin, simpatizo incluso más con la gente que trabaja en el aseo, en la seguridad que con mis compañeros de trabajo como tal. No los entiendo o me aburren muy rápido. Y estando en una charla con Carlitos, como le decimos de cariño al señor del aseo en mi trabajo, resultamos hablando del estudio. Él quiso saber qué hacía yo entre semana mientras no trabajaba allí, los fines de semana. Le conté sobre mi universidad, mi carrera y el semestre. Se sorprendió muchísimo al saber que ya estoy en noveno semestre, apenas a un semestre de terminar y graduarme como profesional. 

Y dijo algo que me dolió mucho y traté de disimular: "Sus papás deben estar muy orgullosos de usted, ¿no?"

Sólo le respondí que tal vez, como si eso fuera a romper la conversación, y no me percaté que eso iba a avivar la charla. "Claro que sí, sus papás deben estar orgullosos de tener una niña como usted, tan inteligente y tan juiciosa"... y eso, porque también le conté que estaba becada. Estoy, dammit.

Me dolió mucho, porque la verdad no voy por la vida pensando en qué piensan mis papás de mí. Al menos hace ya más de un año que no. Y es que la verdad no sé si estén orgullosos, y lo único que puedo pensar es que tal vez no

Hace un buen tiempo me di cuenta que pasé también un buen tiempo de mi vida tratando de agradarle a mis padres, y no me malinterpreten, no es que yo les caiga mal y tengamos una relación del demonio. Simplemente pasa que en mi casa no hay reconocimiento. Nunca, en la vida.

Sé con seguridad que no sé si mis papás están o no orgullosos de mí. No es algo que se diga en mi casa (la de mis padres, pues) en cada conversación. Al contrario, creo que siempre sentí una hostilidad y una lejanía con ellos, mis padres y mis hermanos. 

Y no fui una mala niña al crecer. Cuando estaba en la escuela fui de las mejores estudiantes, me portaba bien y de hecho, mantenía todo el tiempo en casa, porque jugaba sola. Al crecer y entrar al bachillerato dejé de ser la mejor estudiante (según las notas) pero no causé problemas (excepto en décimo cuando me suspendieron por cinco días y casi pierdo tres materias)... y ni con eso tuve muchos problemas con mis papás. Simplemente la vida se volvió muy rutinaria, y pasar los años en limpio era normal, y tener quince años y no estar embarazada como el resto de "mis amigas" también era normal. No tener novio, no salir a fiestas y andar encerrada en mi cuarto también eran de lo más normal.

Recuerdo que cuando tenía trece años escribí una carta sobre quién era mi madre y lo que representaba ella para mí y gané un premio de Samsung. Que digo un premio, gané muchos. Mi carta quedó entre las cuatro finalistas a nivel nacional. Y eso que escribí la carta de afán porque en ese tiempo solo había un computador en mi casa y mi hermano Alejo estaba terminando la tesis de su carrera. Recuerdo que hasta la gente del barrio estaba feliz, y todo fue muy bello y blablabla, y que por la ventana que conectaba el corredor con la sala de esa casa, mi papá le dijo a mi mamá algo como: "Tenemos una excelente hija, qué orgullo". Yo me derretí con esa afirmación, y ellos dos se abrazaron orgullosos por haber hecho el amor catorce años antes y procrearme a mí, supongo. Yo me sentí bien por haber nacido. Pero eso fue, una demostración de cariño que me llegó por mera casualidad. Mera.

No sé si para sentir un verdadero reconocimiento se necesitaba ser más de lo que fui y lo que soy. Tal vez no ser de las mejores estudiantes de la escuela, sino LA mejor. Tal vez no haberme deprimido como lo hice en bachillerato y haber sido LA mejor estudiante. Tal vez no ser tan tonta de sacar el puesto 29 en el icfes y no el, segundo, como mi ex, que aparte de todo también entró a la Nacho. O el primer puesto, como esa ñoña sin vida social de mi colegio, que aparte de todo ganó beca para estudiar una ingeniería en Los Andes. Porque yo, de bruta, no quería eso y apenas quedé en el puesto 29... y qué demonios, nadie celebrará eso, lo importante es que no quedé en el 420 como otra compañera o algo así. ¿Verdad?

Luego llegó la universidad. Tampoco fui fiestera o entré a fumar marihuana con mis compañeros cada viernes. No es que eso necesitara reconocimiento, pero al menos no me metí en problemas... and so on, and on, and on. Y aparte de todo, y como si no fuera suficiente, en quinto semestre me becaron, evitándome pagar la matrícula por lo que me quedara de carrera disque por ser el mejor promedio de mi cohorte. Reconocimiento que la universidad otorga desde el cuarto semestre. Recuerdo que le agradecí tanto a la vida no haber cancelado esas dos materias que iba a cancelar cuando entramos en paro, allá en el 2011. Pero también recuerdo que no pude reconocermelo a mí misma, y a los únicos que les conté fue a Chico Calvin y a mi mamá. De resto lo mantuve como un gran secreto, porque muy dentro de mí sentí que no me lo merecía y que tal vez era un error y era para otra con la misma cédula y código. Tal vez. Y recuerdo también estar en un mal tiempo con mi papá y contarle, cuatro días después, que había ganado una beca y que él me respondiera algo como: "Sí me di cuenta porque encontré el papel, la felicito" y yo sólo pude preguntar cómo "encontró" el papel si estaba dentro de mi folder tapado de miles de hojas y él dijo que entró a mi cuarto a buscar cosas, y me sentí violada en mi privacidad y volví a cerrar mi cuarto con seguro. Y me sentí tonta por esperar algo que me hiciera creer que la beca sí era para mí.

...

Lo que sí no puedo dejar de pensar es lo tanto que ese reconocimiento ha podido afectar mi vida. Un día necesité el escáner en casa, así que lo saqué del cuarto de mi bro para el mío, y allí encontré un papel, escrito por él que hablaba del reconocimiento. Decía algo como el poco reconocimiento que él recibió de pequeño, y aún no recibe. Decía que sus padres (nuestros padres) no lo reconocían, porque la cultura y el lugar de donde venían mis padres no les había generado (tal vez) un ambiente de reconocimiento de logros, sino de fracasos. En donde no habían te quieros ni te amos, sino regaños, castigos y mucho dolor. Lo que llevo a que tal vez su vida (y la nuestra) no estuviera llena de reconocimientos, te quieros y te amos, porque la pena y simplemente la falta de costumbre no dejaban. 

Ese papel todavía da vueltas en mi cabeza, y pegó fuerte cuando Carlitos me dijo eso. Carlitos me reconoció, aunque no me conoce. Me dio pena y mucha vergüenza, porque no sé aceptar reconocimientos, así los merezca. Porque tampoco sé si mis papás están orgullosos de mí, y porque aunque una parte de mi quiere saberlo, quiere escucharlo... otra parte de mí, más que nada en este mundo, necesita sentirse orgullosa de sí misma. Valorar cada cosa que hago, por muy chiquita que sea. Aunque ya no sea la niña juiciosa del colegio, siga sin farrear tanto pero sí consuma marihuana, porque entre una cosa y otra, solo espero ser feliz con cada cosa que sea y haga. 

Sentirme orgullosa en la rutina y en lo grandioso. 

19.8.14

Manías-confesiones


Estaba así en el mundo de la internets y me encontré con este artículo de una revista cheverita de acá (padre, chida, para ustedes mi mundo bloggeril mexicano) y pensé compartir mis manías así como para liberarme de ellas y vivir en paz, ja:
  • Yo me urgo la nariz porque no soporto tener mocos. Es la manía más molesta y sucia, pero ya es como una necesidad tener la nariz despejadita, siempre. A veces digo que voy al baño a MEAR pero no es cierto, gente, nooooo. Jajaja. (La verdá es que también meo, siempre)
  • Me gusta comer comida que haga ruidito al entrar a la boca. No ese ruido de cuando la gente come con la boca abierta (yo lo hago para molestar a mi novio, na' más)... sino el ruidito crocante de las papas, de los platanitos, de todo lo frito. Creo que lo disfruto más que el sabor mismo.
  • Yo le doy piquitos a mis gatos, a lo gato. O sea, nariz con nariz. TODA LA VIDA lo he hecho y no pienso nunca, nunca, ever, never, no renunciar a ello. Yo lo llamo: besuquearnos y amarnos de lo lindo. Y también tocarles la nariz mojadita, también a los perros. Es también como una necesidad enfermiza.
  • Ya tenía razón mi exnovia cuando me dijo Obsesiva, porque sí que lo soy, me obsesiono con algo, me engancho y luego plop, adiós. Ustedes ya conocen mi periodo Lady gagiano, mi periodo Tegan-and-Sariano, como cuando me obsesioné con el Blogger por allá en el 2009, cuando me obsesioné hasta con la Maga, pues. Heavy.
  • Por ejemplo, estoy en obsesión con Twitter bien cruda. Espero ya me pase pronto, dios.
  • Yo stalkeo mucho a la gente, por redes sociales, of course, no me imaginen a media noche en la portería de la casa de alguien o algo así. Ni más faltaba.
  • No soporto que me coqueteen en la calle, me enoja mucho y grito como loca. Tampoco soporto que morboseen a otras mujeres en la calle y las defiendo... como si me pidieran el favor, cuando no.
  • No me gusta correr para cruzar la calle, excepto cuando corro como Phoebe para reírme un rato y hacer reír. De resto, no me gusta, prefiero cruzar la calle caminando siempre.
  • No soporto los barros. Yo no tengo, y cuando veo a alguien con un barro mi cabeza dice: Déjame sacarte esa asquerosidad. Y así.

15.8.14

Carta abierta a "mi" nueva ginecóloga:

Antes de iniciar, quiero aclarar que ésta será una carta abierta porque he descubierto que hacer público (o al menos) escribir lo que siento sirve de algo

El nombre Jazmin me remite a momentos felices, hermosos y bellos. A una ciudad bonita de este país y a tres mujeres que me alcahueteaban todo en la vida y me consentían por montones. Claro, una de ellas era Jazmín, y su nombre siempre olerá a flor para mí. Así su nombre se escriba Yasmith y el de usted, ginecóloga, se escriba Yasminne. Ese nombre sólo trae buenas noticias para mí, como el tenerla a usted en mi segunda citología y salir del consultorio convencida que a veces en la vida, hay que dar una segunda oportunidad.

Le confieso que fui con miedo, mucho miedo. De verdad esperaba que la citología del 2012 hubiese sido la primera y última de mi vida, pero verá que mi vida sexual es ahora activa (gracias) y la constante cara de asombro de mis doctores cuando les digo que la última citología fue hace dos años empezó a picarme en la cabeza insistiéndome en que era momento de darle, al examen, una segunda oportunidad. 

La vida me dio la oportunidad de cambiar de sede de atención, que queda gloriosamente a quince minutos de mi casa en bicicleta y que hace que yo pase al lado de uno de los parques más grandes de la ciudad, el Simón Bolivar. Y claro, también me dio la oportunidad de ser su paciente. Usted supo cómo hablarme, cómo convencerme que ésta vez no sufriría y que a mis próximas citas no debo faltar.

Gracias a usted, infinitamente, por entenderme como mujer también. Sepa que volveré, tal vez no en un año, porque no me volví fan del examen, pero igual volveré porque dicen que para mi salud es importante.

Gracias de nuevo. Si ve a la señora Valderrama, dígale que de corazón, espero que esté cultivando papas. 

6.8.14

Desde siempre.

Me he dado cuenta que me dueles en el amor más grande que te he tenido. Que te extraño infinitamente y que muchas veces quisiera sostener tu mano nuevamente entre las mías, darte besos en cada rincón de tu cuerpo y mirarte dulcemente a los ojos.

Pero me he dado cuenta que te he extrañado desde siempre, y te he soñado infinitamente, sobretodo despierta, sin el peso de las cobijas en mi cuerpo en las noches de soledad en las que te esperaba ansiosa, deseosa. Te he extrañado desde siempre, antes, durante y después de conocerte.

Quisiera no seguir extrañándote, sólo tenerte a mi lado. De cualquier forma.

30.7.14

Todo está bien, siempre en la puta vida.

Ahora soy la teacher de mi prima, ella quiere hablar inglés y yo quiero practicar a ser profesora. Ha funcionado, porque en el último año he aprendido un montón en la universidad y eso me pone de un alegrón increíble. Tanto así que me gusta mucho viajar en mi bici camino a casa (de mis padres, porque mi prima vive con ellos) y voy celebrando la vida, porque sí.

Y hace poco pasó que me enamoré de la vida, y me sentí plena y en armonía. Me sentí feliz. Me sentí feliz porque mi memoria me trajo a colación lo que viví hace un año, cuando vivía en el norte de Bogotá con "unos amigos" y la vida me sabía a mierda y me sentía mal por todo. Me estaba vendiendo y me estaba perdiendo, me ganaba el miedo a perder, a vivir en miedo, al miedo. Recordé cada lágrima y cada grito que pasó por mí, porque me ganaba la desesperación de no tener mi hogar, de deberle las gracias a gente que necesitaba poder y a quienes yo, por miedo, les entregué.

Me sentía feliz porque la vida me enseñó grandes cosas y un año después pude mirar el evento como cualquier otro aprendizaje de mi vida al cual le puedo sonreir y decirle: ¡qué mierda fuiste, y que grande me hiciste! Porque así ha sido desde entonces, porque ahí aprendí, en carne propia que a la gente grande y de verdad poderosa le pasan retos fuertes, ¿o cómo más vas a demostrar tu grandeza? 

Y este post se trata sobre eso, sobre celebrar la vida, llorando, riendo, maldiciendo, e incluso durmiendo. Celebrar la vida, porque desde hace un año esa frasesita le ha dado demasiadas vueltas a mi cabeza y se ha fijado constantemente para recordarme que, no importa lo que pase o lo que podría pasar, la vida está para celebrarse. A ti, paisa querido, que me enseñaste esto tan cerquita y tan lejos. ¡Sos grande!, y te llevo en mi corazón con mucho amor y respeto. No importa los buenos coyotes que seamos, encontraremos el momento para reencontrarnos y, una vez más, celebrar la vida.




24.7.14

Le temps passe et personne m'écoute

A mí no me gusta hablar, aunque pareciera que miento. A mí no me gusta hablar. Si alguien realmente escuchara lo que digo, muy poco se trata de mí, de lo que siento, de cuánto esto o aquello me puede afectar. No me gusta que opinen, que critiquen, que me apoyen, siquiera, por eso no digo nada. Me he dado cuenta que a quienes adoro y considero mis grandes amigos no me han escuchado realmente porque no les he hablado. He escuchado un montón, soy yo la que opina, la que critica o la que apoya y así le temps passe et personne m'écoute. Es como si lo planeara y sí funciona. Muchas veces pasa que discuto con él, y pues él es el único que sí quiere escuchar y ahí es cuando me quiebra en varios pedacitos porque ignoro totalmente que es lo que quiero o lo que quisiera decir. 

En ocasiones las discusiones terminan en gritos y nadie quiere seguir porque se vuelve una perdedera de tiempo y al final las partes ignoran por qué tanta gritadera y tanta vaina. Es más, gritar se vuelve una excelente manera de defenderse. Podés gritar: CONCHA 'E TU MADRE y la verdad estás diciendo: "No te metas conmigo, no trates de abrir esta puerta porque no lo toleraré, porque no lo quiero aceptar y porque prefiero las cosas como están" Y entonces aquí es cuando cala lo último que descubrí de mamá. 

En mi casa* no se habla y mucho menos en discusiones. Nunca nadie abrió esa puerta y yo aprendí lo mismo. Ahora cuando él me pide que hable, por dentro me muero; muchas mini-yo se desatan en una batalla tratando de encontrar respuestas. La puerta para hablar definitivamente no se ha abierto. Ahora que él me interroga y yo caigo en cuenta de esto, pienso que llegó el momento de actuar. Lo de hoy me ha parecido una revelación porque a decir verdad llevo bastante tiempo tratando de encontrar patrones de conducta que me conducen a ser como mamá y como papá, para evitar seguir repitiéndolos. Al menos esto ya puede cambiar.

*casa de mis padres.

17.1.14

Fight club.

Warning: If you are reading this then this warning is for you. Every word you read of this useless fine print is another second off your life. Don't you have other things to do? Is your life so empty that you honestly can't think of a better way to spend these moments? Or are you so impressed with authority that you give respect and credence to all that claim it? Do you read everything you're supposed to read? Do you think every thing you're supposed to think? Buy what you're told to want? Get out of your apartment. Meet a member of the opposite sex. Stop the excessive shopping and masturbation. Quit your job. Start a fight. Prove you're alive. If you don't claim your humanity you will become a statistic. You have been warned- Tyler. 

13.1.14

Extracto del diario de María, justo después de dejar el aburrido libro a un lado:


"        He encontrado a un hombre y me he enamorado de él. Me he dejado llevar por una simple razón: no espero nada. Sé que dentro de tres meses estaré lejos, él será un recuerdo, pero ya no podía aguantar más vivir sin amor; estaba al límite (…)
         Me basta con amarlo, estar con él en mi pensamiento, y colorear esta ciudad tan hermosa con sus pasos, sus palabras, su cariño. Cuando deje este país, tendrá un rostro, un nombre, el recuerdo de una chimenea. Todo lo demás que he vivido aquí, todas las cosas duras por las que he pasado, no serán nada al lado de ese recuerdo.
         Me gustaría poder hacer por él lo que él hizo por mí. He estado pensando mucho, y he descubierto que no entré en aquel café por casualidad; los encuentros más importantes ya han sido planeados por las almas antes incluso de que los cuerpos se hayan visto.
Generalmente estos encuentros suceden cuando llegamos a un límite, cuando necesitamos morir y renacer emocionalmente. Lo encuentros nos esperan, pero la mayoría de las veces evitamos que sucedan. Sin embargo, si estamos desesperados, si ya no tenemos nada que perder, o si estamos muy entusiasmados con la vida, entonces lo desconocido se manifiesta, y nuestro universo cambia de rumbo.
Todos sabemos amar, pues hemos nacido con ese don. Algunas personas lo practican naturalmente bien, pero la mayoría tiene que reaprender, recordar cómo se ama, y todos, sin excepción, tenemos que quemarnos en la hoguera de nuestras emociones pasadas, revivir algunas alegrías y dolores, malos momentos y recuperación, hasta conseguir ver el hilo conductor que hay detrás de cada nuevo encuentro; sí, hay un hilo.
Y entonces, los cuerpos aprenden a hablar el lenguaje del alma, eso se llama sexo, eso es lo que puedo darle al hombre que me ha devuelto el alma, aunque él desconozca totalmente su importancia en mi vida. Eso fue lo que él me pidió, y eso tendrá; quiero que sea muy feliz"

"Me sentí herida cuando perdí a los hombres de los que me enamoré. Hoy estoy convencida de que nadie pierde a nadie porque nadie posee a nadie. Esa es la verdadera experiencia de la libertad: tener lo más importante del mundo sin poseerlo"


Fragmentos de libros que ni siquiera he leído y que llegan a mis manos.
 Once minutos, Paulo Coelho.

9.1.14

Cría cuervos y los ojos te van a sacar por necio. Uy qué mal.

No sabía qué escribir (o cómo, o por qué) y bam, llegó Porter y supe qué hacer.

Porter es una de mis bandas favoritas de indie rock mexicano, porque resulta que a mi todo lo mexicano me gusta, tanto que creo que fui mexicana en otra vida pasada y fue muy chido. Los conocí (a Porter, pues) cuando estaba en el colegio, allá en el 2008 y me empecé a obsesionar con ellos en el 2009. Lo feo fue ver que se habían separado y que mi sueño de verlos en algún Rock Al Parque como a sus compadres de Austin TV se vio opacado por la noticia. Sin embargo seguí como loca cantando sus canciones, tanto tanto que por allá en el 2010 era lo único que escuchaba (junto con Tegan and Sara, porque eso pasa conmigo, escucho algo mucho hasta que lo quemo definitivamente), sin embargo no pasó con Porter. Lo que sí pasó es que asocié varias de sus canciones con lo que pasaba en ese año, toda la mierda con Sexy y sentirme miserablemente miserable.

Anoche tocaron por primera vez en Colombia, en Bogotá, y aunque no están con su cantante original, debo decir que el nuevo se lució y me enamoró un poco. 

(tomado de este tweet)

Lo que pasó ayer me conmovió, nuevamente. Sonó Cuervos y lloré, porque sentí que la estaba cantando allá en el 2010, pensando en Sexy. Cuando me decía una y mil veces: no vas a llorar más, no vas a llorar máaaaaas. Y entonces pensé en lo que quería escribir y fue en mi determinación de acabar completamente todos los lazos que me unían a Sexy, a pesar de sentir la presión de ser "lo único" que le quedaba en esta vida y que tú nunca debes abandonar a nadie cuando tiene una adicción tan fuerte hacia la heroína. Pero lo hice, porque por primera vez en mi corta vida sabía que esa era mi elección, alejarme de una vez por todas de tanta culpa y tanta responsabilidad que no me correspondía. Vamos para cuatro años de eso, y no dejo de pensar en ella, esperando que esté bien DE VERDAD, no tan falso como me lo hizo creer por seis meses. Un bienestar y una salud completas y verdaderas. Y entonces pensé en eso, en lo fuerte que fue tomar esa decisión, aunque tuviera 17 años y me muriera del miedo y del frío, siempre.

Quiero esa determinación nuevamente, no bajo esa presión y esa mierda, no de nuevo. Pero sí quiero ser clara con mis decisiones, tomarlas deseando lo mejor para mí, llamando lo más importante para mí y deseando lo mejor para los otros, a sabiendas que no puedo ser la chica superpoderosa que salva a todos porque en algún momento de mi vida me lo creí para generarme una frustración permanente. Quiero ser concreta, quiero ser firme con mis elecciones y quiero ser coherente.

Sí, de eso se trata este post, porque no iba a ir a ver a Porter no más porque no y ahora tengo algo más que contar y una nueva experiencia, al menos con mi grupo favorito.