26.11.16

Bienvenidos.

De acuerdo a lo último que ha pasado en mi vida, presiento que este blog recibirá visitas de gente que no quisiera que leyera nada de mi. No porque tenga algo que ocultar, sino porque éste es un blog personal y creo que yo debería tener derecho a decidir quién puede entrar a este espacio que es mío. Como cuando le van a dar a uno un abrazo, hay cosas con el espacio personal que uno siente que le deben respetar, por puro sentido común.

Pero sé que usted no respetó eso, como cuando le iba diciendo a todo el mundo que a mí me gustan las mujeres. Yo tengo derecho a compartir esa información con quién yo quiera, no usted. Y ante eso, por eso sé y siento que tal vez este blog puede ser visitado por gente que no quiero.

Sólo digo esto porque no pienso disculparme por lo que aquí hay y habrá. No pienso ocultarlo y mucho menos, como siempre, no pienso dar explicaciones. Interpreten lo que aquí hay como quieran, no es mi problema. No pienso cerrar este blog porque es mío, es mi espacio y lo hago respetar. Cerrarlo o denegar acceso a él es ceder mi poder. No volveré a hacer eso.

Asi que: Bienvenidos. Aunque del "bien" no estoy tan segura.

20.11.16

Febrero 27, 2016

Esto sentía antes de mi famosa depresión pre-cumpleaños.

No sé ni qué decir. Me alegra saber que ya no estoy ahí. Aunque también debo decir que me aterra saber que hace tanto me sentía así y que el miedo estaba creciendo, apoderándose de mi. 

14.11.16

Libre.

Éste no era el próximo post que tenía en mente. Pero necesito escribir, necesito reencontrarme en este espacio mientras mi cabeza piensa millones de cosas y mis dedos tratan de agarrar las ideas lo más rápido que pueden sobre el teclado.

Necesito un abrazo, uno bueno, uno de verdad, uno que no sea por lástima, uno que no sea por obligación. Necesito un abrazo para sentir que me puedo desahogar, no para sentir seguridad, ni para sentir que "todo estará bien". Eso, eso ya lo sé. Todo está bien, siempre en la puta vida.

Creo que mi yo de hace un año, de hace exactamente un año vendría acá, ahora mismo y me cachetearía. Fuerte, tan fuerte que nos dolería a las tres. Mi yo del pasado, presente y futuro. Me preguntaría: ¿por qué putas te sientes así? No seas ridícula, no seas estúpida. ¿Acaso te crees esta película? 

Y mi yo del ahora mira hacia la pared, a esos dos papeles que escribí un sábado y decidí pegar para recordarme que debo fluir con la vida, fácil, poderosamente, que debo dejar de crear resistencias y problemas. Ser responsable y responder por mi elección y mi construcción.

En fin. Reconozco este nudo en el pecho, porque no se ha ido, porque sigue siendo el mismo, porque se transforma pero no deja de ser, no deja de existir. Y no dejará de hacerlo hasta que yo no lo acepte, embrace it.

Por miedo estoy perdiendo, cada día. Y aún me niego a creer que perder está bien, está perfecto. Aligera la carga, me hace más libre. Necesito perder tanto como sea posible, tanto que ya no tenga nada y sea tan libre como me merezco. Tan libre que vuelva el miedo a embargarme sólo para motivarme a hacer algo con este vacío que soy yo, a llenarlo de nuevos contenidos, más bonitos, más excitantes, más... no sé, todo eso que quiero ahora y que no me quiero negar. Aunque sea el miedo quien a veces ocupe primero ese vacío en mí.

A inicio de año escribí los dos post que daban inicio a como creía que sería este año. Y no pude estar más en lo cierto. Llenar el silencio con tanto ruido no me ha ayudado en absolutamente nada, y esconderme de este vacío no ha sido nada productivo. Tampoco el creerme esta película y dejar que quien podría ser se opaque.

Quería desahogarme y llorar se ha sentido bien. Adiós.