17.6.18

Qatar 2022.

15 de junio 2014. Tocaba salir a votar, era la segunda vuelta y era Santos contra el que decía Uribe en esa fecha. Tocaba votar por Santos y tocaba hacerlo temprano en la mañana porque trabajaba los fines de semanas y ese domingo en especial tenía turno desde las 11am hasta las 9pm. En aquel entonces, todos los fines de semana debía quedarme en casa de mis padres pues el centro comercial en el que trabajaba quedaba cerca. Trabajaba como vendedora en la sección deportiva y la fiebre del mundial se sentía demasiado. Vendiamos las camisetas originales de la Selección Colombia como pan caliente y el centro comercial se paralizaba cada vez que había un buen partido. 

Ese día salía temprano a votar aunque tocara por Santos porque me daba miedo el que decía Uribe, me daba miedo el mismísimo Uribe. Y como si el destino no quisiera dejarme votar, saliendo en mi bici me pinché. Como pude me devolví a casa, despinché y salí. Es que tenía que votar y salir al trabajo.

Fue una lástima llegar al trabajo y escuchar a muchos de mis compañeros diciendo que no habían votado porque para qué, que ni en blanco porque esos eran votos que le regalaban al ganador, que igual sabían que iba a ganar X candidato, que nunca habían votado, que... etcétera. Con ese vacío en el alma pensaba que Zuluaga podía ganar y me decía a mi misma: Al menos yo sí voté aunque tocara por Santos. Ganó. Santos lo logró y estaría por otros 4 años más en la presidencia. *Phew*  

Pero el día, así como había empezado con un cascarrillo con mi bici, terminaría de la misma manera. Esa noche, después de salir del trabajo en mi bici tuve mi primer accidente. Una motocicleta pasaría un semáforo en rojo y me golpearía. Yo, sin plata para comprar un casco decente, recibí golpes en mis piernas y en la cabeza. Dolor que no se quitó por un mes.

Los morados que me hice. Tan entretenida estaba en casa que decidí tomar esta foto.

Pasé toda esa semana en mi casa viendo los partidos del Mundial. Mi casa que era en realidad un cuarto en una casa grande, llena de cuartos, llena de gente, llena de ruido todo el tiempo. Mi casa que me convencí por mucho tiempo que era lo que necesitaba para vivir, pensando que el Mundial era (es) muy lindo pero que así se vive, a través de una pantalla de televisión.

15 de junio 2018. A dos días de la segunda vuelta, Colombia está más dividida que nunca. O se vota por Petro o se vota por el otro hijueputa que dice Uribe. Otra vez Uribe, por dios. Y esta vez no se siente que toque votar por Petro, lo haría con gusto aunque no hubiera sido mi opción para la primera vuelta. Lo haría, si pudiera porque ahora la historia es diferente: no puedo votar. 

Ahora no vivo en una casa grande, llena de cuartos. Vivo en un edificio, no sé si soviético, pero tiene toda la pinta. Vivo a 13 mil kilómetros de esa antigua casa llena de tanta gente. Lejos de toda mi familia y sin una embajada que me permita votar, una vez más contra el que dice Uribe.

Tengo una bici nueva, no he tenido que despincharla hasta ahora y no puedo utilizarla para salir a votar. De hecho no podré utilizarla por 6 meses, cuando el invierno en este país llegue y parezca que nunca se va a ir. 

Hoy, 15 de junio me preparo para ver los partidos de la jornada en la noche aunque no parezca noche porque oscurece a las 10pm y a diferencia de mi papá, que al otro lado del mundo tiene que verlos en la mañana, mientras trabaja. Me preparo también para recibir la respuesta de mi entrevista. Me dicen que me aceptan, que esperan mis documentos y que empezaré a trabajar como profesora de inglés en su colegio internacional para el 2018-2019. Y con esta excelente noticia me preparo para empezar mi viaje a Rusia, que me llevará a tres partidos y tres ciudades distintas del Mundial. Para luego salir y disfrutar del verano en Turquía.

Dios mío... qué va a pasar para el Mundial Qatar 2022? Espero que no toque votar por el de Uribe, ni por él. 




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