12.9.20

No soporto el olor del cloro.

En algún momento me creí extrovertida y abierta a todos. Pero no es cierto. Me cuesta dejar entrar a la gente, me cuesta abrir y espero mucho a que sean los otros los que me den el espacio y así poder ser "amigos".

Así es como he hecho amigos, porque ellos se han acercado a mí y me han dejado "estar" allí. Y para mí esa cercanía es importante porque por naturaleza yo no puedo abrir ese espacio. No sé cómo.

Cuando tenía alrededor de 7 años, mi papá participó creo en un torneo de fútbol con amigos. Me llevó a mi porque según, sus amigos también tenían hijos de mi edad. Poder lograr que aquellas niñas desconocidas me hablaran fue un reto, pero de alguna forma, la gente que conozco siempre es la que abre ese puente. Esas niñas no fueron la excepción y me invitaron a jugar con ellas porque, yeah why not?... pero entonces, ese día que usé sandalias (y no me había bañado porque salimos muy temprano de casa y mis papás basicamente me sacaron de la cama directo hacia el carro...), justo ese día usando mis sandalias favoritas una de esas niñas me miró los dedos de los pies y dijo algo como "QUE ASCO, yo no juego con alguien que tenga los pies sucios."

Obviamente me miré los pies y pensé, "es cierto, soy un asco. No me bañé." Intenté explicarle a la niña que no me había bañado porque el afán, tú sabes, pero ella insistía en que mis pies eran muy "negros" y le daban asco. Las niñas no jugaron conmigo y estuve sola llorando esperando a que mi papá terminara su juego. Fue un día muy largo.

Desde entonces me dieron asco mis dedos de los pies y cualquier parte de mi cuerpo que tuviera ese tono oscuro porque era cierto: eran muy oscuros. Creí por mucho tiempo que eso era un defecto y que "lo normal" era tener pies claros, y codos, y cara y etc. Si se veía oscuro, era sucio, era asqueroso.

Nunca lo cuestioné, nunca le pregunté a mi familia por qué tenía ese defecto y "ellos no" (mis papás son más blancos que yo). Crecí con esa idea y no la cuestioné porque mis amigos en general se veían más blancos que yo, entonces la del defecto sí era yo. Se reforzó la idea cuando mi mamá empezó a hacerme mascarillas de azúcar morena y miel para "aclarar" las "manchas oscuras" de los codos y rodillas porque "se ven muy mal".

En ese entonces no sabía que ese era el color y tono de mi piel naturales.

Crecí con esa idea de sentir que algo estaba mal, así que un día, a los 11 años decido que ningún azucar con miel me van a ayudar y necesito un químico de verdá que ayude. Un blanqueador. Literalmente un blanqueador.

Entré al baño a bañarme con Clorox. A borrar mis defectos porque algo estaba mal.

Por fortuna mis mediciones eran pésimas y utilicé demasiado cloro en el agua. Me ahogué con el olor del Clorox. Empecé a toser. No logré poner una sola gota en mi cuerpo porque los humos fueron más grandes que yo y tuve que salir desnuda de la ducha a toser y recuperar el aire.

Ese día descubrí lo mucho que me odiaba y lo poco que me aceptaba. Estaba dispuesta a ahogarme y usar un producto abrasivo en mi piel para poder ser blanca como mis amigas. Desde entonces no soporto el olor del cloro. 

También pasé todo mi bachillerato odiando mi cabello crespo, cambiándolo, tratando de hacerlo lucir "normal". Y no, ya no tengo 15 años para creer en eso.

Desde entonces no soporto que me digan que debo alisarme el cabello, que mi cabello crespo es desorganizado, que luce sucio. No soporto ningún comentario en el que SER YO no es suficiente para otro. Si te afecta tanto, ahórrate tus comentarios y déjame vivir. No me mires si no te gusta y sobretodo, no me dés de tu odio, yo ya no quiero de eso en mi vida.

Gracias.

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