29.9.13

Entonces, ¿qué eres? - Denso pero sustancioso.

No tengo una muy buena idea de cómo empezar este post. No tanto por falta de material pues gosh!, tengo mucho mucho en la cabeza, sino por el hecho de exponerme, en carne viva acá porque lo que escribiré es algo que me mueve, día y noche, no es mi oxígeno ni mucho menos, pero es algo que vivo con intensidad.

Voy a empezar por el principio, porque creo que eso es lo que hacemos cuando analizamos algo, empezamos a mirar desde atrás para encontrar la raíz del asunto y "atacarlo" if needed. El principio de esta historia toma lugar en el 2007 (la verdad es que no, es desde el 2003, pero lo emocionante, excitante y pornográfico empezó allí entonces por eso es mejor), cuando tenía apenas mis bonitos 14 años. Un año antes mi amiga Pollo me movío todos los huesos y recordé, muy en el fondo que las mujeres me gustaban, y mucho y que claro Pollo era la que más quería tomar de la mano y besar. La cosa es que con mi amiga Lüna las cosas eran muy tiernitas y no sé qué más pendejadas y en una noche de tragos (la única de mi vida con enlagunada -dícese de olvidar todo-) le pedí que me besara y fueramos novias y... otras mamadas que ya escribí.

Unos días después de nuestro segundo beso y muchas miradas cómplices y tomadas de la mano, en uno de nuestros escondites del colegio para besarnos (¡amé lo grande que era ese colegio, jaja!) hablamos sobre lo que eramos. No novias porque eso ya lo sabíamos, lo eramos, nos gustabamos y etc. Yo le pregunté que qué eramos, si siendo mujeres estábamos en una relación amorosa. Ella contundentemente respondió: Lesbianas. Recuerdo el pánico que sentí cuando la escuché responder esto y no más atiné a decirle: No puede ser, porque aún nos gustan los hombres... o bueno, más a ti que a mí (jajaja muy gay, la verdad es que sí respondí eso porque no me gustaba ningún muchacho, nunca y ella sí, un amiguito por ahí). Luego le dije que entonces eramos bisexuales y la cosa se quedó así, siendo lo que fueramos, estábamos juntas y eso era lo que importaba. 

Desde entonces, ya ni sé porqué, tantas ganas de reafirmar una bisexualidad por miedo a decir lesbiandad me volvieron en promotora número 1 de lesbiandad (¿esa jodida palabra existe?). Cumplí 15 años y me sentí grande... porque ya estaba terminando el colegio, no más por eso. Le dije a la rectora (monja ella) de mi colegio que era Lesbiana, a mis profes, al que fuera, para que no me jodieran... y para ello también tuve que decir que estaba en tratamiento psicológico y psiquiatrico. Se tranquilizaron un poquito, pero no sabían que NO TENÍA NADA que ver con mi orientación sexual, con la cual estaba supremamente cómoda, sino con una ansiedad y depresión leves diagnósticadas por mi psicóloga que se cansó de verme llorar a cada hora. Yo también me cansé y por eso fui a que me dieran un jarabe que sabía horrible y que ya no recuerdo su nombre. Serotonina al cien, eso sí.

Seguí defendiendo el sentirme lesbiana (porque ya lo de bisexual estaba muy lejos) y fue genial. El hecho de sentirme así incluso es una de las razones por las que este blog nació (que antes, su difunto amigo, tenía por nombre "Tengo una enfermedad mental"). Para la época mi mejor amiga era una lesbiana que conocí por internet y que amaba con locura, conectamos rápidamente y nos volvimos inseparables (es el único ser humano con el que he hablado por teléfono todos los días por más de dos horas). En un tiempo nos gustamos, salimos, pero no funcionó y seguimos siendo amigas... luego, luego lo volvimos a intentar pero lo que marca esta historia (más allá de la mierda que luego vivimos) fue el hecho de que ella tuviera miedo de salir conmigo porque: me vas a cambiar por un hombre en algún momento. Lo recuerdo un montón porque yo le argumentaba, que independientemente de un vecino con gafas que me parecía divino, eso no podía ser la señal para decir que me gustaban todos los hombres y que, estando con ella, la fuera a cambiar por uno como él... Un año después salí con mi primer novio. No todo fueron flores, pero sí fue significativo porque me conocí con un hombre, una experiencia jamás vivida. Luego de esto sentí que tenía que pasar por esa experiencia y ya, y que simplemente maté la curiosidad de estar con un hombre en una relación amorosa, y por qué no, enamorarme. 

Entonces fue ahí cuando tanta proclama del amor libre (bueno, no tanto amor libre, de por dios!) sino del amor beyond genres se volvió más significativa, ¿y qué si me enamoraba de un hombre? No puedo decir que me enamoré de él, fue supremamente intenso, pero acabó en menos de nada... sin embargo estuvo ahí, fue importante, aunque al principio viviera todo al revés. Me daba pena darle un piquito en la calle, sentía que eso debía hacerlo en privacidad, porque yo tan lesbiana, no podía ir por la vida besando a un hombre por ahí. Sí, eso se piensa en situaciones como esas, o eso pensé yo. No podía tomarlo de la mano en público y cosas así. Luego hubo un poco más de apertura, pero vivimos cosas externas a esto y se acabó la cosa. 

Salí con la Maga luego de esto, y recobré la libertad de besar a una mujer en la calle, porque eso sí lo hago yo sin tanta pendejada. No voy a contar esta historia porque este blog está hecho un poco más por ella que cualquier cosa, así que pueden remitirse a todos los post del 11 if you want to. El caso es que después de tan significante e importante relación estoy yo, otra vez, saliendo con un hombre. (Y siempre, esta historia de estos dos personajes, La Maga Y Calvin se escribe en paralelo un poco) Calvin llegó a cambiarme muchas ideas pero eso sí, a enamorarme. En medio de nuestros viajes y experiencias, su inconsciente me pidió que no le mirara el cuerpo (de hombre) sino que lo mirara a él, como ser. Lo feo del asunto es que era cierto, por más maravilloso que él fuera, no podía verlo más allá de su cuerpo de hombre con etiqueta de Mejor Amigo. Lo teníamos todo para estar juntos pero mi tan llamada lesbiandad no me dejaba, porque, ¿otra vez de lesbiana saliendo con un hombre?

Recuerdo mucho que en la segunda marcha LGBT a la que fui con Luna, Jose y ella no paraban de decirme que ser bisexual era recibir lo mejor de both worlds. Tal cual. Ahora bien, tanta etiquetadera, después de unos seis años me tiene cansada, y me tiene acá, escribiendo este post. Cansada porque me preguntan, porque hay gente que ya no me habla pues ahora "soy heterosexual", porque ahora "soy bisexual", porque ahora "no soy lesbiana". JOOOODEEEEEEEEEEEER. A mucho soy Lydia y na más porque es mi apodo. Yo no soy con quien me enamoro ni con quien me meto a la cama. NO LO SOY.

Estoy harta de esto precisamente porque mi proclama de amor beyond genres va para ese lado, aunque yo lo esté viviendo al revés (como si hubiese nacido homosexual y me "convertí" en heterosexual, pero no!). Creo firmemente que el homosexual como el heterosexual se hace y no se nace. Son construcciones culturales (mátenme por lo que escribo, si quieren), pero lo son. Ser homosexual o heterosexual le corresponden ciertos patrones, ciertos roles que se deben jugar para su buena interpretación. El maricón o el macho alfa. La barbie girl o la marimacha. No más con esto supuestamente se están definiendo orientaciones sexuales. Espero que ustedes y yo sepamos que no, que eso no es cierto y que la mamasita más femenina también es lesbiana y el hombre más formalito es gay. Ahora, ¿por qué decir que se hace?, porque de acuerdo a lo que se te dé la gana creer, tú construyes tu sentir y tu ser X ó Y. Por ejemplo, hombres que salen con otros hombres pero deciden no llamarse gay. Tienen esposa, tienen hijos, pero na' más tener sexo con hombres les gusta y eso no los hace gay. Tampoco lo creo yo, aunque, ¿y por qué no vivir sus relaciones sexuales plenamente?... No me meteré en esa discusión, pero hace poco vi una imagen (gracias tumblr) de un trío H-M-H, o debo decir H-H-M if you fucking know what I mean. Yo creo que esa imagen le volaría los sesos a más de uno. ¿Cómo va a ser que un hombre se deje penetrar por un hombre y a la vez penetre a una mujer? MINDBLOWING para los cerrados, y si usted se sintió mal. MOJIGATO. Punto.

(Me exalté, no hay nada que más me genere preguntas en esta vida después de la espiritualidad que el sexo)

Sé que muchos antes de decidir de quién enamorarnos (porque sí, el amor es una elección) o a quién meterle o dejarnos meter la mano en nuestros pantalones, estamos pensando en si debe ser hombre o si debe ser mujer. Conozco a una nena de mi universidad que para "saber" si le gustaban los hombres o las mujers (después de tener ciertos noviesitos y ciertas noviesitas) decidió acostarse con el primer hombre que se le apareciera y luego con la primera mujer. Se acostó con un petardo y no le gustó, se acostó con una mamasita y le encantó: La superconclusión fue que era lesbiana. Ahora me odia porque yo, tan comible y mamasita que parezco (así lo expresa ella) tengo novio y me cambié de bando, ahora no me gustan "las tetas" ni las "vaginas" porque ahora sólo pienso en "penes".

HÁGANME EL PUTO FAVOR. Esto me indigna, me indigna un montón. Yo no soy bisexual, no soy heterosexual ni homosexual. Yo soy yo, tengo novio, lo amo, me encanta, y hasta él sabe que me hace mucho falta acostarme con una mujer. Pero eso sí, no enamorarme, porque respeto mucho el amor que nos sentimos los dos y si he de enamorarme de otra mujer, de seguro es porque él y yo ya no nos queremos tanto.

No jodan y no confundan vainas. Me gustó este post de Lesbicanarias, pero antetodo me gusta mucho la libertad de esto de amar, de sexar con quien se te dé la gana.  Y bueno, de generarles a ustedes mucho asco o muchas preguntas. No sean mojigatos y amen, amen mucho.

Chao.